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PRONOSTICANDO MI DESTINO

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“Para Dios nada es imposible”
La intranquilidad de mi madre era incalculable. Se le partía el alma al verme sufrir. Era la tercera pérdida. Un embarazo “normal” y dos in vitro.
Aprendió a hacer unos emplastos de carne con varios aceites. Los que solía hacer mi abuelita y que en más de una ocasión dieron resultados. Se dio modos de averiguar los ingredientes y de lo poco que recordaba me los aplicó en el vientre. Se arrepentía no haberlos aprendido cuando mi abuelita estaba viva. Jamás pensó que los necesitaría para su propia hija.
Mientras me la colocaba me decía:
- Ojalá pudieras embarazarte de forma natural.
- No mamita. Le refutaba, por mi edad solo con fecundación in vitro.
- Para Dios nada es imposible.
Prefería no decir nada y quedarme callada. También, esperaba que la grandeza de Dios se haga presente en mi vientre.


Empezó a bordar y tejer
Como toda la vida a mi mamá le ha gustado tejer, empezó a hacerlo para el bebé. No estaba embarazada y ella ya tenía un par de colchitas. Alguna vez, le dije que mejor espere a embarazarme para empezar a tejer. Pero hizo caso omiso a mis palabras. Luego ya no le dije nada. Entendí que ella también hacía su proceso. Asumo que tejer o bordar disipaba la angustia y al mismo tiempo hilaba esperanzas.


Dejar pasar el tiempo
Mi estado de ánimo se convirtió en ese carrusel de sensaciones. Unos días arriba, en la cumbre, otras veces en el piso martirizándome. Al final tenía que reconstruirme con paciencia y amor. Sabía que no podía desmayar en mi lucha y deseo.
La carga laboral jugó como terapia para mantener mi tiempo ocupado. Además, escribir artículos culturales llenaban mi alma. No solo porque para escribir debía leer sino por la satisfacción de verlos publicados. Eso contribuyó a que el sosiego y calma vuelvan a mi vida.

Usted va a quedar embarazada

Mi ginecólogo es lojano y eso permitió crear un vínculo interesante entre nosotros. Además, estaba súper personalizado de mi caso.

Luego de la segunda pérdida me dijo mirándome fijamente a los ojos:

  • “Karlita, tenga la absoluta seguridad que usted va a quedar embarazada. Tiene las condiciones para hacerlo y cada paso es un peldaño alcanzado. No se desespere. Mantenga la calma”.


En el regazo de Dios y la Virgencita
Organicé una cadena de oración en donde estaban las personas más cercanas; obviamente, incluía mi mamá y la mamá de mi pareja.
La iniciamos el 20 de agosto. La fecha fue escogida ya que ese día llega la Virgencita de El Cisne a Loja. Aquí el mensaje:
- Creyentes en la fuerza de la oración, Cristian y yo te hemos elegido para que nos ayudes a iniciar la cadena de oración pidiendo para que el tratamiento de embarazo concluya con éxito.
Solo les estamos diciendo a personas muy cercanas y creyentes.
Nosotros iniciamos a rezar el rosario justo hoy que la Virgencita de El Cisne llega a Loja (una linda coincidencia).
Estamos seguros que tus oraciones y peticiones serán escuchadas y concedidas.
Desde ya te agradecemos mucho.

El poncho de la tía Maru
Armamos viaje a Loja para pasar Navidad y fiestas de fin de año en Loja. Antes, pasamos por Baños visitando a la familia de mi pareja. Ahí la Tía Maru me regaló un poncho ya que había olvidado llevar ropa abrigada.
Luego me enteré que ese día me lo puso con devoción esperando que el embarazo se cristalice y pueda nacer nuestro hijo.
Continuamos con el largo viaje. De Loja a Quito existe 657 kilómetros aproximadamente que se traducen en 12 horas viajando. Por suerte, a mi pareja le gusta conducir.


Zumo de papa
Ya en el paraíso -como le llamo a mi terruño- disfruté de la paz, calma y energía de Loja. Aproveché para hacer zumo de papá para contrarrestar mi gastritis. Había escuchado que eso era bueno. Así que lo preparé y les compartí a mis papás y pareja. Luego estaba en el baño vomitando. Sólo a mí me hizo mal. ¡Qué raro!
Mi hermano mayor argumentó que el vómito se debe al embarazo. Me dejó con la espinita clavada. En la noche lo conversé con mi pareja. Quedamos en hacernos una prueba por si acaso, pero con el alboroto de las fiestas de fin de año nunca hicimos nada y se nos pasó de largo.


Está de 13 semanas
Retornamos a Quito, a la cotidianidad de la capital. Intentamos tomar cita con el doctor. No tenía espacio sino dentro de 2 semanas. Así que esperamos. Ya estaba dispuesta a un cuarto in vitro. Tenía que intentarlo una vez más. El dolor, especialmente de la tercera pérdida, ya se había relativizado.
El doctor me hizo el eco de rutina y me pregunta:
- Hace cuánto tiempo no menstrua Karlita.
- Mmm no sé. Hace un mes. Cómo soy tan irregular doctor...
- Usted está embarazada.
No lo podía creer, no lo podíamos creer. En el monitor se dibujaba la cabecita, su columna estaba ya formada. El doctor fue contando uno a uno las vértebras. Sus pies y manos estaban con sus respectivos deditos. El latido del corazón era vibrante. Hermoso.
- Está de 13 semanas aproximadamente. No tiene idea la alegría que me ha dado Karlita.
Creo que al doctor también se le fueron las lágrimas. Mi pareja y yo inmortalizamos el mágico momento con un beso a la salida del consultorio.


Llamada equivocada
Fuimos corriendo a averiguar para la realización de exámenes. Uno de ellos el examen cromosómico que lo realizaban en el extranjero y un costo oneroso. Llamé a la bróker de seguros para consultar si cubren estos costos. Debía contarle del embarazo. Me quebré con ella.
Esa primera persona tenía que ser mi madre y llorar juntas de felicidad.
Ella que tanto había hecho para que el embarazo se cristalizara.
Ella que en cada puntada preparaba mi vientre
Ella que nunca perdió la fe.
Ella que aprendió a hacer el emplasto.
Ella que estuvo presente en cada uno de mis in vitro
Ella que me cuidó con esmero y prolijidad.
Ella que siempre me dijo que para Dios nada es imposible.
Fue a ella a la quien tuve que haberla llamado primero. Por eso, en estas líneas finales le pido perdón y a la vez, le rindo homenaje por su incondicionalidad. Te amo mita querida.


Milagro
Termino de escribir el presente texto mientras mi hijo duerme en su cuna. Agradezco tanto a Dios, a la Virgencita, a mi pareja, a mi madre y todas las personas que me acompañaron en este proceso.
Mi hijo es un milagro. No padece ninguna enfermedad física o mental -es sanito-. Mi pareja que da la vida por él. Somos unos padres realizados, nuestro primogénito endulzan nuestro diario vivir.

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