La maestría, realizada en Argentina, me abrió las puertas laboral y profesionalmente. Ser madre no estaba en mis planes.

La crisis de los 38 llegó con fuerza. Inicia un deseo ferviente de ser madre. Encuentro la persona que abrigaba el mismo sueño.

Visitamos varios especialistas. La única opción que nos presentan es la fecundación in vitro.

Los chequeos médicos se hicieron parte de mi rutina. Se descartó una serie de enfermedades hasta quedar apta para iniciar el tratamiento.

La tercera fecundación me desmoronó emocional y físicamente. No deseaba volverlo a intentar.

Realizo cadenas de oración. Evoco a todos los santos. Me encomiendo a la Virgencita de la Esperanza.

Busco otras opciones. La adopción es una de ellas.

La fe y devoción de mi madre superaron cualquier destino. No estaba embarazada y empezó a tejer.